Academia de Ciencias

La constitución de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay dio un nuevo paso con su primera jornada pública titulada «Desafíos ambientales del Uruguay de hoy: Un enfoque desde la ciencia y la tecnología» que tuvo lugar en el Auditorio de Antel. Creada por ley el 18 de setiembre de 2009, la entidad debe cumplir diversas etapas y requisitos para completar su integración y entrar en pleno funcionamiento institucional.

por Víctor L. Bacchetta, en el semanario Voces (6/12/12)

La creación de las academias nacionales de ciencias se inicia en el siglo XVIII en Italia, Prusia, Inglaterra y Francia, en un momento de auge de los descubrimientos científicos en Occidente. Tradicionalmente, las academias de ciencias son instituciones formadas por científicos para promover el avance y la divulgación de la investigación científica, donde sus miembros exponen críticas y debaten sobre sus investigaciones, sus ideas, y sus descubrimientos.

Por ejemplo, la Academia de Ciencias de Francia, creada en 1666 por el rey Luis XIV, según su estatuto «Anima y protege el espíritu de la investigación, y contribuye al progreso de las ciencias y de sus aplicaciones. Vela por la calidad de la enseñanza y obra para que los avances del desarrollo científico sean integrados en la cultura de los hombres de nuestro tiempo» y contó inicialmente con científicos como René Descartes, Blaise Pascal y Pierre de Fermat.

En Estados Unidos, la Academia Nacional de Ciencias fue creada en 1863 por el presidente Abraham Lincoln, con la finalidad de que sus miembros sirvieran como «consejeros a la nación en ciencia, ingeniería y medicina». Entre sus impulsores, un grupo autodenominado Scientific Lazzaroni creyó que la Academia ayudaría a resolver problemas de la guerra civil en curso, pero no fue así y tampoco logró unificar a la comunidad científica de aquel país.

La Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Argentina fue creada el 26 de marzo de 1874, junto con la Universidad de Buenos Aires. En 1926 adquirió autonomía institucional como: «Una asociación civil, de carácter científico, con personería jurídica, cuya finalidad es propender al adelanto, desarrollo y difusión de las ciencias exactas, físicas y naturales y de sus tecnologías, con el objeto de contribuir al progreso de la Nación».

La Academia Brasileña de Ciencias (ABC), fundada en 1916, con más de 700 integrantes, es una entidad no gubernamental, sin fines de lucro, para contribuir al estudio de los problemas de primera importancia para la sociedad y la proposición de políticas públicas en correspondencia. Con fines similares fueron constituidas la academia nacional de ciencias de Venezuela, en 1933, de Perú en 1938 y, más adelante, la de Cuba, en 1962, y la de Chile, en 1964.

Las funciones tradicionales de las academias de ciencias han ido evolucionando en el mundo y hoy se espera que alienten de modo efectivo la promoción de estudios científicos independientes y que contribuyan en la definición de las políticas públicas en materia de ciencia y tecnología. En este contexto y con tales desafíos se inscribe entonces la creación de la homóloga uruguaya.

Estatuto, fines y miembros

En el caso uruguayo, la academia de ciencias tendrá personería jurídica, pero dependerá del Ministerio de Educación y Cultura, que proveerá los recursos humanos y de infraestructura para su funcionamiento. Sus cometidos son «asesorar e impulsar el desarrollo de las ciencias, sin perjuicio de la competencia atribuida a las demás organizaciones previstas por el ordenamiento jurídico nacional». En forma más detallada, sus actividades comprenden:

– expedirse en temas de política científica y de estímulo a la investigación científica, tecnológica y de innovación, tanto en el ámbito nacional como en el de la integración internacional.
– brindar el asesoramiento que acuerde, realizando los estudios e investigaciones que le fueren requeridos directamente o mediante comités técnicos consultivos.
– realizar actividades de divulgación y difusión científica, organizando seminarios talleres o foros, patrocinando la publicación de libros y otros medios apropiados a estos fines.

Asimismo, establecerá y otorgará premios y otros estímulos a la investigación y se constituirá en un canal para facilitar diálogos transversales entre las ciencias, impulsando la conformación de una comunidad científica sólida y coherente, prestará su cooperación para elevar el nivel en la enseñanza de las ciencias en todas las ramas de la educación y mantendrá vínculos con instituciones nacionales y extranjeras que tengan fines análogos.

El núcleo de la academia lo constituyen los miembros de número, que serán hasta treinta, a los que se suman miembros correspondientes, en el extranjero, y eméritos. Los miembros de número designan la Comisión Directiva. Los primeros quince miembros de número surgieron de una evaluación realizada por el Ministerio de Educación y Cultura a través de una comisión conformada por científicos integrantes de las Academias de Brasil, Argentina y Chile.

Los quince científicos uruguayos en actividad seleccionados fueron: Luis Barbeito, Omar Defeo, Gerónimo de Sierra, Guillermo Dighiero, Raúl Donangelo, Rodolfo Gambini, Elsa Garofalo, Enrique Lessa, Jorge Lewowicz, Eduardo Manta, Fernando Paganini, Adela Pellegrino, Rafael Radi, Judith Sutz y Mario Wschebor. Los actuales integrantes de la academia han iniciado entonces la discusión del proceso de incorporación de los nuevos miembros.

La Primera Jornada

Inaugurada por el ministro Ricardo Erlich y el actual presidente de la academia, Rodolfo Gambini, uno de los 15 miembros de número preseleccionados, la primera jornada consistió en seis exposiciones de 15 minutos, sujetas a un intercambio de preguntas posterior.

Los temas y los expositores fueron: «¿Qué podemos decir sobre cambio climático en Uruguay?», por Marcelo Barreiro, investigador de ciencias de la atmósfera; «La pesca en el Uruguay: análisis histórico, situación actual y perspectivas», por Omar Defeo, investigador de ciencias del mar; «Soluciones ambientales: ¿Desarrollo de tecnología nacional, importación, adaptación?», por Liliana Borzacconi, investigadora de ingeniería de reactores; «Avances, limitaciones y desafíos actuales del manejo costero en Uruguay», por Daniel Conde, investigador en limnología; «Minería y medio ambiente en el Uruguay: desafíos y oportunidades», por Cláudio Gaucher, investigador en geología; y «El desafío de las controversias ambientales: ¿qué lugar para la participación pública?», por Marila Lázaro, investigadora de ciencia y desarrollo.

Como una señal de los conflictos que aquejan a nuestra sociedad y de los desafíos que tendrá por delante la novel Academia de Ciencias del Uruguay, la presentación del geólogo Gaucher fue interrumpida por un grupo de manifestantes, que desplegó unos carteles, volanteó a la concurrencia y coreó consignas contra la megaminería y el puerto de aguas profundas.

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